¿Les parece bueno que las empresas califiquen a sus empleados como mecanismo de evaluación?
Y luego... ¿Qué hacer con los mejores? ¿Qué hacer con los peores?
Sobre este tema me voy a basar en la experiencia de un hombre exitoso, Jack Welch, que llegó a ser Presidente de la General Electric por 20 años (1981 - 2001). En su libro "Hablando Claro", relata de que forma logró el éxito en los negocios. Es un best seller que realmente me atrapó, lo recomiendo.
Jack Welch sostiene que para aumentar la productividad es absolutamente necesario incorporar a los mejores trabajadores. Por tanto, en su presidencia estableció un mecanismo para calificar a los empleados.
Argumenta que desde niños nos califican en la escuela, el liceo y luego en la universidad. ¿Por qué dejar de hacerlo en el trabajo que es dónde pasamos la mayor parte de nuestras horas?
Entonces identificó que en cualquier plantilla de empleados debe haber un 20% mejor, un 70% medio y un 10% peor, a los que llamó clase A, B y C respectivamente
Los clase A son personas llenas de pasión, comprometidas, abiertas a ideas, contagian su virtud a cualquier persona. Consiguen que las empresas sean productivas. Garantizan energía, energizan, dan empuje, ejecutan, y lo más importante están llenas de pasión.
Los clase B también son buenos, pero más que ningún otro elemento la pasión es lo que distingue a los empleados A de los B. Son el núcleo de la empresa. Cruciales para el éxito operativo. Por eso hay que destinar grandes cantidades de energía a mejorarlos. El propósito es que día a día busquen aquello de lo que carecen para ser clase A.
En cambio los clase C, son los empleados que no consiguen terminar el trabajo. Tienen más tendencia a debilitar que a aportar. Retrasan las tareas en lugar de proporcionar resultados.
Entonces, ¿como se debería manejar la empresa con los distintos empleados?
Los clase A deben recibir equivalentes a una franja entre dos y tres veces lo que obtengan los B. Éstos por su parte, deben percibir aumentos sustanciales que reconozcan su aportación anualmente. Los C, en cambio, no deben recibir nada.
Perder un A es un hecho terrible. ¡Ámalos, abrázalos, bésalos, no los pierdas!
En cambio, los C deben marcharse.
Suena duro, y no está muy bien visto, especialmente en esta parte del mundo, pero a su favor argumenta:
"...lo brutal es mantener a personas que no van a crecer y prosperar... He visto a mucha gente empezar una vida mejor y más feliz después de abandonar un trabajo en el que no funcionaba."
Este mecanismo lo aplicó a la General Electric y realmente le dio resultado. Ninguna estrategia es buena si no se tiene a las personas adecuadas, y él logró tener las personas idóneas para el trabajo. Tal es así que General Electric creció enormemente en los 20 años que estuvo como presidente.
Esto podría ser aplicado en empresas privadas, pero ¿que pasa con las empresas públicas? A pesar de que existe la calificación de funcionarios, en mi opinión no es aplicable de ninguna manera por una razón fundamental: la burocracia.
La burocracia no permite premiar a los mejores, que por lo general se van.
La burocracia no alienta a los emprendedores, que también se van.
La burocracia no permite deshacerte de los peores, que siempre se quedan porque les conviene.
Esto hace que en las empresas públicas se acumulen empleados clase C, y en definitiva, cualquier organización depende principalmente de las personas que la trabajan y dirigen, por más que haya las mejores estrategias, si no se cuenta con las personas adecuadas nada va a funcionar.
Buen post!
ResponderEliminarVoy a difundir las ideas de Jack para mejorar un poco ;)
Abrazo
Muy muy bueno !!!!!
ResponderEliminarNada más parecido a la realidad :)