El siguiente es parte de un análisis que he hecho de este personaje. Lo he comentado, y dado que he tenido buenas devoluciones, me motivó a compartirlo:
Seguramente existen intereses de ciertas corporaciones de influir políticamente y la cara visible es Juan Sartori, y quién vaya a votarlo debe saber que vota a un producto del Marketing.
Su campaña comenzó así:
Apareció de pronto: "¿Quién es Juan Sartori?"
Al poco tiempo: "Él es Juan Sartori"
Y al tiempo: "Yo soy Juan Sartori"
Así empezaba la campaña de Sartori cuando ni siquiera había aterrizado al país, marcando el comienzo de lo que se vendría en los meses siguientes.
A esta forma de entrar se lo denomina campaña de expectativas. Se utiliza cuando se va a lanzar un nuevo producto al mercado y se quiere que sea esperado por la gente antes de la fecha oficial de su lanzamiento. El objetivo es pisar fuerte en el mercado de entrada, en vez de irse conociendo de a poco.
Juan Sartori aterriza así. Sin ninguna ideología. Por el contrario, llega con mucha plata y cabeza atrás. Tienen clarísimas todas las estrategias de marketing existentes con el objetivo de llegar a ser el líder del mercado, el líder del Partido Nacional.
Pero a Sartori no lo conocía nadie, entonces, luego de su llegada, antes que nada necesitaba algo para posicionarse. Algo que lo diferencie del resto, algo que impacte con lo que asociarlo a la marca Sartori, algo que pegue de verdad.
Con el tema seguridad no podía diferenciarse, dado que ya existe la campaña de Larrañaga. Entonces, ese algo es el segundo tema que preocupa a los uruguayos: el trabajo. De forma muy bien pensada eligió la idea de llegar con los 100.000 puestos de trabajo. Un número redondo, concreto, desafiante pero alcanzable.
¿Cuál ha sido la reacción del resto del espectro político? Es irresponsable, no lo va a poder hacer, es un demagogo. Con esta postura, están logrando el efecto contrario, ya que automáticamente se posicionan en el lugar de los que no pueden crear nuevos puestos de trabajo, mientras que, paradójicamente, pareciera que el único que si cree poder hacerlo es Juan Sartori. Él mismo lo ha dicho y sacado provecho: "Me imagino que los mismos de siempre, los que han gobernado a la deriva, los que nunca han generado un empleo en su vida, serán los primeros en decir que no se puede".
Cuando a Sartori le preguntan cómo lo hará, contesta fácil, solamente derrumbando 3 barreras:
1- Impuestos asfixiantes
2- Ineficiencias burocráticas
3- Rigideces excesivas
El número tres no es elegido arbitrariamente, es fácilmente recordable, no resulta complejo ni es un número muy grande, con esto hace fácil lo difícil. Esas tres medidas son muy generales, nada concreto, pero son suficientes para impregnar la idea: Sartori llega con 100.000 puestos de trabajo y va a lograrlo aplicando solo 3 medidas.
Cómo si esto fuera poco, pasadas unas semanas agrega una segunda gran idea que diferencia su marca del resto: MediFarma, la tarjeta con la que tendrán remedios gratis todos los jubilados.
Entonces tenemos a Sartori que llega con los 100.000 puestos de trabajo y con medicamentos gratis para todos los jubilados.
Además de todo esto, prometió que va a eliminar los impuestos a las jubilaciones, bajar el precio de los combustibles en los primeros días de gobierno, pagarles mejor a los maestros y profesores, y equipar las aulas educativas y a los policías.
¿Quién no querría votar a un candidato con estas soluciones?
Con esto Sartori logra su objetivo y luego de años de predominio en el Partido Nacional de los candidatos Lacalle Pou y Larrañaga, fue el único que logra entrar y posicionarse junto con Larrañaga en el segundo puesto como retador de Lacalle Pou.
¿Qué sigue de ahora en más?
Ahora su estrategia debe cambiar. En marketing el retador busca obtener el primer lugar atacando de forma permanente al líder en sus flancos débiles (el clásico ejemplo es el desafío Pepsi).
Sartori ha iniciado su estrategia de retador apoyando la reforma Vivir sin miedo de Larrañaga. Con esto suma a sus ideas lo que le estaba faltando: la solución al tema seguridad, y también se diferencia de Lacalle Pou quién no la apoya. No importa si cree o no en la reforma. Simplemente estratégicamente le sirve apoyarla y lo hace.
Asimismo empezó a atacar a Lacalle Pou diciendo que sería un excelente Vicepresidente y también por el lado de que va contra as dinastías políticas.
Todo lo ha logrado sin una trayectoria, sin ideología ni nada que se le parezca, lo ha hecho con mucha plata, mucha cabeza atrás y puro marketing.
Lo que lleva a preguntarme:
¿Será que los ideales, por los que se generaban grandes debates y por los que muchos hasta dieron su vida en el siglo pasado, pesan cada vez menos en política y en el mundo de hoy, el de la tecnología, el de las redes sociales, el del marketing uno a uno, la guerra ideológica está muriendo, dejando su lugar a las guerrillas de marketing en las campañas políticas?
Esto es parte de lo que veo. Ya no importa quién es Juan Sartori, ni que piensa, no nos hagamos mas preguntas sobre él. Es solamente un producto del marketing, y los pasos que da son los necesarios para acercarse cada vez más a su objetivo: liderar el mercado, dejar de ser la Pepsi para ser la Coca Cola del Partido Nacional.
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